Twitter ahora es X: ¿qué cambiará para el eCommerce?

Este post se basa en algunas cosas que se van filtrando y en el conocimiento que tenemos de las actividades de su CEO, Elon Musk, sobradamente conocido en el entorno digital y empresarial.

La red del pájaro azul siempre ha tenido peso en la opinión pública, incluso ha sido muy efectivo para definir tendencias en tiempo real. Ser trending topic era algo a lo que muchos aspiraban (y otros sufrían).

 500 millones de usuarios mensuales: un número pequeño comparado con Facebook o Instagram, pero capaces de hacer mucho ruido.

 Sin embargo, lo cierto es que ese potencial nunca se ha visto reflejado del todo en su relación con el comercio electrónico. Puede deberse a la “agresividad” de la interacción de muchos de sus usuarios, pero para los negocios, Twitter se ha convertido en un canal de atención al cliente “incómodo” más que en uno promocional.

 Muchas personas han interiorizado que esa red es la ideal para ir a protestar ante un problema con un envío, el precio o una mala atención. Los clientes insatisfechos han hecho que, incluso, haya empresas que hayan preferido no abrir sus perfiles en Twitter (nota: mala idea lo de mirar hacia otro lado).

Mientras tanto, las campañas en Twitter no acaban de funcionar. Sí, tienen cierto alcance e interacción, pero rara vez se traducen en conversión. Será porque los usuarios son menos proclives a la compra que en redes más aspiracionales, porque hay muchos perfiles automáticos o bots, porque es comparativamente más caro o, esto es importante, porque los usuarios son sobreimpactados con publicidad hasta el punto de desarrollar una cierta ceguera publicitaria.

La visión que dio Elon Musk ante los medios tras la compra de Twitter fue más romántica. Hablaba de devolver a la red su espíritu original, de hacer que volviera a ser un reducto de libertad de expresión. Se presentaba a sí mismo como una especie de mesías filántropo del social media.

 El tiempo ha demostrado que sus objetivos principales eran menos desinteresados. Quería que Twitter fuera rentable a cualquier precio. Despidió a un enorme porcentaje de la plantilla y exigió por contrato la dedicación a los empleados que se quedaron.

 De cara al usuario, para monetizar la red apostó por un modelo diferente. Si el Twitter de antes de Musk concedía la verificación del perfil a usuarios públicos y relevantes, el de después de Elon convirtió la verificación en un negocio.

 Así nació Twitter Blue, un programa de pago que, a cambio de 8 dólares mensuales, daba al usuario algunas características interesantes como la propia verificación, una reducción de la publicidad, posibilidad de editar tuits y hacerlos más largos. En definitiva: Twitter pasó a ser freemium.

El siguiente paso es aún más controvertido. Desde hace unos días, el pájaro azul ha desaparecido, dejando paso a una imagen mucho más sobria y a un nombre corto y directo: Twitter se convierte en X.

Cuando tienes una marca tan establecida y con tanto apoyo como Twitter, hacer un rebranding completo cambiando nombre e imagen es una medida arriesgada. Es cierto que Facebook hace poco que pasó a ser Meta, pero no fue un capricho: su marca estaba acosada por escándalos de privacidad de datos, multas y las famosas fake news.

Porque a Elon Musk lo que le interesa de Twitter son sus usuarios, no tanto la plataforma en sí. Dentro de su visión siempre ha estado el crear una herramienta online que englobe múltiples servicios: chat, pasarela de pagos (no olvidemos que este señor fue el que lanzó PayPal), contratación de servicios…

 El espejo en el que se quiere mirar es la plataforma china WeChat, que empezó siendo un chat al estilo de Whatsapp pero ha ido mutando en un gigante que integra:

•  Un sistema de pagos potentísimo y versátil llamado WeChat Pay. Permite utilizar un monedero virtual, pagos rápidos utilizando un código QR, pagos dentro de apps de terceros, en tiendas online, envíos de dinero…

• Una red social, WeChat Moments, en la que los usuarios pueden compartir actualizaciones de estado y archivos multimedia (lo más parecido a Twitter).

• Mini apps que se ejecutan, con limitaciones, dentro del propio WeChat y que, dato importante, generan una enorme cantidad de ingresos mensuales en publicidad.

• Un chat profesional con el nombre Enterprise WeChat para plantarle cara a herramientas de productividad profesionales como Slack, Asana o incluso Teams.

Toda esta cantidad de servicios supone una forma de aumentar la recurrencia y los casos de uso y, consecuentemente, hacer que la plataforma sea mucho más atractiva para el comercio electrónico y los anunciantes online.

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